La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual, y para encauzar los sistemas alimentarios, agrícolas, pastoriles y de pesca para que pasen a estar gestionados por los productores y productoras locales. La soberanía alimentaria da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artisanal y el pastoreo tradicional, y coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica. La soberanía alimentaria promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación y nutrición. Garantiza que los derechos de acceso y a la gestión de nuestra tierra, de nuestros territorios, nuestras aguas, nuestras semillas, nuestro ganado y la biodiversidad, estén en manos de aquellos que producimos los alimentos. La soberanía alimentaría supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones.
Se encontraba el sabio Diógenes comiendo un sencillo plato de lentejas, sentado en el umbral de su casa, cuando Arístipos de Cirene, un filósofo muy acomodado en las altas esferas, que vivía confortablemente a base de adular al rey, le dijo en tono de burla:
–Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer estas pobres lentejas.
A lo que replicó Diógenes, sin perder la calma:
–Si tu supieras cultivar lentejas y hubieras aprendido a comerlas, no tendrías que adular al rey.
…Y es por eso que muchos años después, bajo los árboles que inspiran revoluciones, se repite que: Soberanía alimentaria es cultivar –alimentos e ideas– para no ser comido.
(A partir de un texto recogido por Ignacio Abella)